LA GENTE NO CAMBIA… ¿O SÍ?

 metamorfosis

Habrás oído muchísimas veces esta expresión y es altamente probable que tú también lo hayas dicho alguna vez pero… ¿qué implica realmente? Y no sólo has de preguntarte qué implica con respecto a tu modo de relacionarte con el resto de la humanidad, sino qué implica con respecto a ti mism@. ¿Crees que la gente puede cambiar a nivel profundo? Y, lo que es más importante, ¿crees que puedes cambiar tú? Para que entiendas a dónde quiero llegar practiquemos un poco de lógica con este sencillo silogismo:

Premisa 1. La gente no cambia.

Premisa 2. Tú eres gente.

Conclusión. Tú no cambias.

Es muy fácil afirmar que la gente no cambia: es algo ajeno a ti, no te afecta. Muy al contrario, te permite mantener una idea invariable sobre las personas de tu entorno. Es muy cómodo y no requiere esfuerzos: las etiquetas sirven para toda la vida. Tengamos en cuenta, además, que este trending topic de la sabiduría popular incluye casi siempre connotaciones negativas. Es curioso que no solemos aplicarlo a las que consideramos “buenas” personas (y permitidme que entrecomille los juicios valorativos); no solemos renegar de que l@s buen@s puedan pasarse alguna vez al lado oscuro porque “la gente no cambie”. Sin embargo, cuando se trata de defectos, recurrimos a estas cuatro palabas casi automáticamente (y sin miedo  equivocarnos).

power rangers

Si no sabes quiénes son estos figuras… eres demasiado joven para estar leyendo este blog.

¡A METAMORFOSEARSE!

Ahora aplícate esta reflexión a ti mism@: piensa primero en tu trayectoria, en tu evolución personal a distintos niveles. Haz un recorrido a través de (por ejemplo) los últimos diez años de tu vida. ¿Has cambiado? ¿Mantienes la misma forma de pensar o hay cosas que han cambiado sustancialmente? ¿Sigues teniendo los mismos defectos? ¿Has desarrollado nuevas habilidades o virtudes? ¿Es el mismo tu modo de vida? ¿Sigues abordando las dificultades de la misma manera? En una palabra, ¿has cambiado? No sé tú pero yo, desde luego, sí.

Es curioso además que en lo referente al cambio solemos mantener sin ningún tipo de problemas dos opiniones contradictorias; lo que vendría a llamarse “doblepensar” en terminología orwelliana. Y con la misma facilidad decimos que “la gente no cambia” como que sostenemos que “la gente cambia”. Yo he utilizado ambas expresiones en distintas situaciones sin darme cuenta del conflicto que ello supone, pero pensándolo un poco y si tengo que quedarme con una de las dos creo que sí, que sin lugar a dudas, cambiamos y que, aunque el cambio está sujeto a muchos factores, el principal desencadenante somos nosotr@s mism@s.

De hecho, todas las justificaciones del tipo “es que yo soy así, no puedo evitarlo” son básicamente excusas que nos aportan cierto grado de falsa tranquilidad. Si estuviésemos condenad@s a ser y actuar siempre de la misma forma no habría ninguna posibilidad para mejorar, para difuminar los rasgos negativos de nuestro carácter ni para convertirnos en eso que, más o menos, pretendemos llegar a ser. Independientemente de nuestros condicionantes educacionales, biológicos, sociales o del tipo que sea, negarnos la posibilidad de moldear nuestro pensamiento y, de paso, negársela a los demás, viene a ser bastante poco realista y demasiado cómodo. El cambio consciente y voluntario, así como la resistencia a los cambios no deseados, exigen voluntad y trabajo: exigen autodeterminación. No es algo fácil y si lo difícil te da pereza, es hora de que vayas cambiando eso. Es menos costoso a nivel de esfuerzo dejar que otr@s piensen por ti, pero te recomiendo que dejes de cederles tu responsabilidad intelectual, aunque esos otros sean gurús carismáticos a los que les harías la colada feliz de la vida. Y este es el primer pilar del cambio: no pasa nada si cambias de idea, sobre todo si la idea que estás cambiando no era tuya ni tenía nada que ver contigo. Sobre esto de “por qué rectificar es de sabios y no de pusilánimes manipulables” puedes leer más aquí.

la mosca

Imagen del film «La Mosca», en la que un hombre se iba convirtiendo paulatinamente en… pues eso, en mosca.

Así que si estás decidid@ a cambiar (a mejor, por favor, si vas a cambiar a peor olvida lo que te he dicho: ¡la gente no cambia!) puedes empezar planteándote estas cuestiones

1. LAS COSAS DEL QUERER.

Claro… ¡querer es poder! ¿No? ¡Pues no! Error. Querer es querer y poder es poder. A veces querrás y podrás, otras querrás pero no podrás, o podrás pero no querrás, o ni una cosa ni la otra. Lo que no admite ningún género de dudas es que cuando se trata de un cambio consciente y voluntario, querer es la condición necesaria (pero no suficiente) para lograrlo. Pero no vale un querer lánguido y repanchigado: hace falta una voluntad resuelta, sostenida por buenas razones y una motivación fuerte. Tampoco vale si “quieres” porque te sientes presionad@ pero en el fondo no deseas ese cambio. Por ejemplo, puede que “quieras” ser un poco menos dependiente porque tu pareja se siente agobiada o porque tu madre está cansada de que la llames para todo, pero si no eres tú quien comprende y desea los beneficios de esa independencia, te quedas mona por mucha pasta que te hayas dejado en seda salvaje de primerísima calidad. ¿Te parece muy obvio? Pues no te creas… para algún@s no lo es tanto.

2. PONLE UN MARCO BONITO.

Ese cambio que persigues, ¿responde a unos motivos claros y concisos que podrías enumerar? Bien, entonces vas por el buen camino. No sólo quieres hacerlo sino que, además, sabes por qué y para qué. Es decir, está enmarcado en un proyecto vital más amplio y ambicioso que exige de ti suprimir o potenciar algo que ya has identificado como poco útil o contraproducente para ese proyecto. Probablemente no sea, además, el único cambio que ese plan requiere y deba darse simultánea o consecutivamente con otros. En cualquier caso, digamos que sirve a un fin mayor que coincide con la dirección hacia la que deseas encaminar todas tus acciones. Siguiendo con el ejemplo de la independencia: lo que tú quieres es dedicar tu vida a viajar. No quieres tu trozo de suelo en propiedad en un 5º piso de cualquier ciudad, pagando la hipoteca a 30 años con el sueldo de tu trabajo fijo (de momento), sino que deseas vivir en movimiento, trabajando aquí y allá, o atendiendo tu negocio online desde cualquier parte del mundo. Para eso necesitarás, entre otras cosas, ser independiente, y en función de esa meta que persigues trabajarás con mucho más ahínco en lograr desvincularte de todos esos miedos y apegos que te hacen dependiente.

3. SÉ UN JUNCO MECIDO POR EL VIENTO: FUERTE Y FLEXIBLE.

http://www.enfocado.com/?foto=277

Momento junco captado por http://www.enfocado.com/?foto=277

Quienes me conocéis ya sabéis que esta es una de mis frases preferidas de los últimos tiempos y que, además, ya le tengo asignado un icono propio en el whatsapp. Lo que quiere significar en este contexto es bastante explícito. La fortaleza es imprescindible porque estás reprogramando características de tu personalidad que llevan funcionando mucho tiempo de una determinada forma por lo que, en muchas ocasiones, tendrás que luchar abiertamente contra ciertas reacciones o impulsos y hacer un esfuerzo consciente por pensarlas y racionalizarlas en el momento mismo en que se están produciendo. Por ejemplo, el/la que quiere dejar de ser celos@ tendrá que utilizar esa fortaleza para dejar de montarse una película en Dolby Surround 7.1 cada vez que su pareja recibe un mensaje en su teléfono y siente que se le atraganta, cual pelotilla de pelos a un felino, la pregunta por el “¿quién-es-qué-quiere-qué-dice?”. Por otra parte, la flexibilidad es necesaria en un doble sentido. Primeramente, porque tener un cierto grado de flexibilidad es indispensable para realizar cualquier tipo de cambio; mucho más si este es profundo y complicado. Y en segundo lugar porque te será tremendamente útil a la hora de encajar los pequeños fracasos. Si un día te dejas llevar y no eres capaz de reaccionar tal y como te hubiera gustado eso no es motivo para frustrarte y muchísimo menos para darte por vencid@. No te fustigues, no te desanimes, no pasa nada: trata de comprender qué te ha hecho perder el control y destripa todas sus causas y consecuencias para tenerlo muy en cuenta la próxima vez.

Por ejemplo, cuando decidí cambiar mi alimentación hacia una dieta vegetariana (¡oh qué fuerte, soy una de esas locas sectarias y radicales!):

  1. Realmente quería hacerlo y tenía una fuerte motivación consciente, producto de meditar mucho sobre el tema.
  2. El cambio estaba enmarcado en mi proyecto de llevar un tipo de vida un poco más coherente con mis principios.
  3. Tuve que ser fuerte para no sucumbir a las tentaciones de la carne, a las miradas de soslayo y al pasar hambre cuando vas a cenar con tus amig@s porque no tienen nada en carta. Pero me lo planteé sin una presión abrumadora, con la flexibilidad de que si no me sentía capaz en algún momento volvería al estado anterior y volvería a intentarlo cuando me sintiera más preparada (algo que, por cierto, no ocurrió).

——————————————————-

Así que, por concluir un poco, no te resignes a tus defectos (al menos a los que no te gustan, los que son de tu agrado están perfectamente donde están) ni a tus condicionantes: no estás condenad@ a ser absolutamente nada y la determinación de tu vida y tu personalidad es algo que siempre debe pasar por ti. Sin dejar de lado el hecho de que estamos hech@s en gran medida de cosas que no son nuestras, de influencias, de circunstancias, etc., no olvides que eres tú quien da forma y coherencia a toda esa amalgama de elementos ornitorrínquicos.

Y si algo no te gusta, no te conformes: cámbialo.

Siempre y cuando no sea una persona. Las personas sólo pueden cambiar por sí mismas.

KAFKAretornoNew

Franz Kafka, autor de «La metamorfosis». Por cierto, ¿sabías que Kafka era vegetariano?

12 comentarios

Archivado bajo Autodeterminación, Reflexiones

12 Respuestas a “LA GENTE NO CAMBIA… ¿O SÍ?

  1. Pues si churrita!! Tú lo has dicho muy bien, claro que se puede cambiar, lo que pasa es que la mayoría de las veces el precio a pagar es bien alto y la gente quiere las cosas fáciles y sin esfuerzo así que se escudan en esa frase y ya.

    Yo he cambiado muchísimas cosas en los últimos dos años, no ha sido un camino de rosas y aun me queda mucho por delante.

    Eres una campeona!! Veggie? No me extraña nada…yo estoy en proceso de vegetarianizar más mi dieta (el sushi me pierde jolin), little by little.

    Un besazo enormeeeee!!!

    Chuuu!!

    Me gusta

    • Todo lo contrario… exige mucha voluntad, continuidad y esfuerzo. Pero el tamaño de la recompensa está a la altura y esa satisfacción que sólo se conoce con el «me lo propuse y lo conseguí», ¡eso sí que es poder!

      En esto del cambio tienes mucho que decir y eres un magnífico ejemplo y aunque a veces uno decaiga un poco y se haga la cosa muy cuesta arriba (ahí en todo lo flexible), el que llega al final es el que no pierde de vista lo que espera al otro lado de la p*** montaña esta que me está sacando los higadillos (ahí en todo lo fuerte).

      Tu lo has dicho, Caroçao: little by little 😉

      ¡¡¡Un abrazote en todo lo queriente!!! (Y gracias como siempre por dejar aquí el dibujo de tu linda patita).

      Muaaaa.

      Me gusta

  2. Hola Anina!!

    Estupendo post!! Muy buena reflexión y perspectiva del tema, me ha gustado muchísimo.

    Y estoy de acuerdo contigo, la gente sí puede cambiar (si quiere, claro). Me ha gustado especialmente el párrafo «Ponle un marco bonito». Está claro que si alguien tiene un destino que desea o necesita alcanzar, tiene que ser consciente de qué le ha motivado a dar ese paso, cuál es el objeto de cambio y la razón (o razones) que le han llevado a él. Si eso se pierde de vista, vamos caminando por la vida dando bandazos y sin rumbo fijo, perdiendo el tiempo y desperdiciando energías en algo que a lo mejor (sólo a lo mejor) no nos motiva lo suficiente (si nos motivara realmente hubiéramos dedicado tiempo a reflexionar sobre ello).

    Un fuerte abrazo y muchos besos!!

    Ali

    Me gusta

    • ¡Muchas gracias, Ali! Me alegro mucho de que te guste, de que apoyes mis teorías y de que, además, hagas siempre tu pequeña aportación al tema. 😀

      Un abrazote para ti también.

      Por cierto, aun sigo dándole vueltas a mi definición de la felicidad… Cuando la tenga por fin haré mi aportación en modo de comentario a ese peaso de post de aniversario. 😉

      Me gusta

  3. Líbero

    Es curioso lo subjetivo que es lo de cambiar o no y la conveniencia de la persona que lo usa. Pensando en esos diez años veo que he cambiado y tengo ganas de seguir mejorando como persona, pues resulta que para un viejo amigo me he echado a perder… Moraleja: ni caso a lo que opina la gente sobre tu evolución o maduración personal, dirán lo que les conviene. Autoevaluación constante y ir marcando lo que mejoras como persona para reafirmar cada paso que des o peldaño que subas.

    Me gusta

    • ¡Hola líbero!

      Eso que apuntas es un hecho inevitable del lenguaje: usamos las expresiones para nuestra conveniencia y la intención con la que se enuncie un hecho neutro (como la constatación de que has cambiado o no), varía mucho su significado. Si no me gusta tu cambio y te digo «cómo has cambiado» le doy al cambio una connotación negativa; pero si no me gustaba algún aspecto de tu personalidad y te digo «no has cambiado nada» o «nunca cambiarás», la connotación negativa está en el no-cambio.

      Por otro lado, como cuento en el post, los motivos para cambiar deben ser mejorarte a ti mismo, nunca complacer a los demás. De eso se desprende que puede que ese cambio que a ti te hace crecer a otro no le guste, pero si no lo acepta aun a sabiendas de que te hace más feliz… eso no es un amigo y creo que debería plantearse seriamente un cambio de actitud. Tú lo has dicho perfectamente: ni caso. Y nada de dejarte influir y perder todo lo que has avanzado.

      Como bien dices: autoevaluación, autocrítica y autosuperación.

      ¡Enhorabuena por seguir cambiando y mejorando!

      ¡Un abrazo!

      Me gusta

  4. Silvia

    ¡Hola Anina!
    Suscribo cada una de tus palabras…
    A ser vegetariana no he llegado pese a ser una contradicción en mi misma que reconozco, ya que soy amante y defensora de los animales y me encuentro en ese bando de » doble moral» ya que defiendo a unos mientras, habiendo alternativas (no siempre fáciles, todo hay que decirlo), me como a otros. Pero siempre digo que esto es cuestión de evolución personal y yo estoy en un punto determinado evolutivo que voy recorríendo y avanzando aunque muy lentamente (no suelo comprar casi nada, pero si consumo en muchas otras circunstancias)
    Yo cuando digo eso de «la gente no cambia» digo » la gente EN SU ESENCIA no cambia» y suele ser referente al carácter y a plazos cortos de tiempo. Pues consideró que hay que tener una determinación muy fuerte para poder hacerlo. Y son nuestros comportamientos, manías o impulsos los que pueden ir cambiando más fácilmente con esta determinación, porque nuestro ser y sentir no cambia ni fácilmente ni en un periodo corto de tiempo, pero por supuesto con las condiciones y determinación adecuadas puede hacerse. La cuestión es también valorar cuanto duran los cambios, que los han producido, como ha intervenido ahí nuestra voluntad o las vivencias impactantes, y que aporta a nuestra vida y a la de los demás estos cambios y cuanto hay que invertir en ellos para que realmente te merezcan la pena y puedan ser mantenidos a largo plazo…
    Yo viví un ejemplo hace un par de años, pues siendo una persona de naturaleza caótica y poco disciplinada, me fui a un retiro de meditación Vipassana durante 10 días, que no se sí los conoces, pero son extremadamente duros para personas como yo que no estaban acostumbradas a meditar ni a seguir una disciplina tan dura… De allí salí completamente transformada, pues aunque ya vivía de forma natural muchos de sus códigos de conducta, salí con una percepción del mundo diferente. Consciente de lo absurdo de mis limitaciones auto impuestas, de las que les otorgamos a los demás, y de la cantidad de cambios que puedes conseguir si te lo propones y trabajas en ellos («trabajismo»)
    ;))
    Este año me he vuelto a ir y ha sido completamente diferente… Ha sido el año de la meditación en la que casi muero de aburrimiento y creatividad, seguramente por encontrarme en una situación emocional muy distinta, pero con un elemento común a la otra… La seguridad que con fuerte determinación y un poco de motivación, somos capaces de muchísimos cambios positivos.
    Otro elemento importante para el cambio es la constancia. Y también la conciencia de todos los beneficios que nos va a aportar a nosotros y a los demás la ELECCION de este cambio.
    Los que no son elegidos van a tener que ser muy impactantes para causar una verdadera transformación.
    Un abrazo
    :))
    Silvia

    Me gusta

  5. Sobre el cambio, hay un chiste de psicólogos que me encanta.
    «¿Cuántos psicólogos hacen falta para cambiar una bombilla? Ninguno, solo hace falta que la bombilla quiera cambiar. »
    A veces nos enredamos nosotros mismos, buscando experiencias que nos hagan cambiar, gente que nos inspire, manuales de autoayuda que nos guíen, gurús espirituales o maestros filosóficos. Todo eso lo tenemos incorporado dentro de nosotros: solo hemos de poner nuestra voluntad y nuestra conciencia en el cambio, y el cambio sucede.
    Buen momento para volver a leer las aventuras de Bastian, en La Historia Interminable, que, recordemos, quería ser otro, pero no quería cambiar.
    Estupendas reflexiones.

    Me gusta

    • Jajaja, genial comentario Valeria. El chiste de la bombilla me ha encantado y la referencia a La Historia Interminable directamente me ha enamorado… ¡Soy muy enamoradiza yo! 😉

      Estoy absolutamente de acuerdo contigo. Es cierto que la influencia externa nos puede ayudar, darnos ese empujoncito que hace falta pero la esencia del cambio viene en nuestra predisposición hacia él, en nuestra decidida autodeterminación, y no en la página 25 del capítulo 2 de «Cómo levantarse siendo otra persona más alta y más estupenda sin ningún esfuerzo»… 😀

      Gracias de nuevo por estar y aportar.

      ¡Un abrazo!

      Me gusta

Deja un comentario